11 marzo, 2008

Un nuevo curso es un nuevo año.

Sí. Un nuevo curso es un nuevo año.
Acabo de empezar mi segunda semana de colegio y siento que mi año está recién empezando.
Es verdad, el verano es como un espacio para descargarse de todas las rutinas, de todos los minutos de stress, de todos los malos ratos y hasta se nos permite escapar de las complicadas relaciones amorosas para vivir algunos romances fugaces.

Ahora volvemos a lo mismo de siempre.

¡Escúchate Francesca! ''Lo mismo de siempre''.
Qué mal. Es horrible pensar que lo mismo de siempre sea la rutina escolar.
Pero así es, y nada hay para hacer.

Mi primer día de clases llegué sin descansar (¡Imposible dormir algo la noche anterior!), pero alegre.
Feliz de ver a mis compañeros. De volver a estar en mi ambiente. De reconocer rostros de gente que no conosco y de sonreír tímidamente a quienes no conoces realmente. De sentirte satisfecha con tus nuevos cuadernos y de hacer promesas que nunca cumpliré, como 'este año tendré mis cuadernos ordenados' , o 'llegando del colegio repasaré una hora cada día para no atrasarme en nada'.
Pero se siente bien. Y lo más responsables logran que durante más de una semana les dure lo aplicados.
¡Qué rico volver!
Sentirme, nuevamente, en mi mundo.
Porque en mi caso, las vacaciones son una nueva aventura cada año.

Cada verano visito un lugar distinto, y eso a hecho que cada verano deba hacer nuevos amigos.
Entonces, como decía, volver al colegio significa volver a mi estado.

En conclusión, un nuevo año comienza.
Un nuevo año se nos viene, y lo que más miedo me da, no son las materias.
O las pruebas, trabajos y/o el sentirme presionada. No.

A lo que temo es a volverme 'grande'. Crecer.
No quiero seguir creciendo.
Cuando los cuartos medios salgan temprano, no quiero ser la más grande del colegio, por ejemplo.
Mi cuota de responsabilidades sube cada año y baja la de la inocencia.

En fin, bienvenida a mi misma a un nuevo año escolar.

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