05 ottobre, 2008

Maldito viernes, maldito sábado, maldito domingo.

Lo primero que hice fue agarrar el telefono y llamar a mi mejor amiga.

''-Ange, hueona... me dí un..'' y llorar.

Mientras lloraba trataba de explicarle a ella qué me había pasado, que necesitaba verla y que tenía que salir de mi pieza lo antes posible para que los recuerdos no me cagaran más el ánimo.

Arreglaba el tema con los permisos, hacía el bolso y juntaba plata, al mismo tiempo que seguía llorando.

Llegué a su casa, y le conté todo. Todo lo que no le había contado a nadie, y que debería haber dicho al momento en que sucedían las cosas.
Pero no lo hice, estaba tan feliz que preferí pasar por alto las pequeñas fallas que terminaron acumulándose tanto, como una enorme piscina. Pero ese día el exceso ya en vez de ser lago, pasó a ser mar y terminé ahogándome.

El Boro me tranquilizó, y me prometió que todo iba a estar bien.

Después me fumé uno, dos, tres cigarros y nos acostamos.

Mientras la Angela dormía yo veía 21 BlackJack y trataba de enfocarme en cualquier cosa que tuviera mundo propio ajeno al mío.

Lloré otro poco antes de quedarme dormida, lo que justificó lo hinchados de mis ojos a la mañana siguiente.

Llegué a scout donde me mantuve un poco más distraída. Gracias a la Mary me convencí de que no estoy loca por sentirme como me siento y que es la mejor manera de hacer las cosas llegados a este punto, cuando no lo hice antes.

Después vino lo inevitable. El que me conoce sabe que no puedo estar en una crisis sin necesitar a mi mejor amigo. Y así, a las dos horas después de scout, me encontraba en la pieza del Pipe sacándome toda la mierda.

Entonces, en resumen era sábado en la noche y había: una Fran, un Pipe, un Boro, un Ron, y mucha música.

Una llamada, más angustia para mi gran fin de semana.

Llegué borracha a mi casa, y ahí.. por primera vez en mi pieza y sola después del suceso que provocó mi puto fin de semana me largué a llorar.
Lo más en silencio que pude, lo menos extenso dentro de lo posible.
Media hora, algo así.

Hoy en la mañana un poco de dolor de cabeza, pero nada grave.
Una tarde ordenando música, viendo tele y comiendo.



Gracias a las personitas en negrita, que transformaron mi asqueroso fin de semana en algo superable.
Me ayudaron a no odiarme a mí misma, y eso es difícil.

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