03 aprile, 2008

Te extraño.

Me dolió, y mucho.
Es como si no supieras todo lo que te quiero, todo lo que significas para mi.
Has dicho lo último que pensé escuchar.
O talvez ya me lo esperaba, pero duele.
Duele más por lo que significa que por lo que dijiste en sí.
Esas dos palabras poseen una historia, un porqué.
Conociéndote como lo hago, hay un gran motivo para decírmelo.
Y tanto es que te conosco, que sé porqué lo hiciste.
Lo dijiste porque es verdad.
Hace días que lo puedo notar, y traté de simular desentendimiento.
Traté de esconder lo que ya sabía, y me equivoqué.
Debí haberlo conversado al instante.
Pero, ¡Qué dificil!
No tienes idea de lo que sufro cada vez que me dices este tipo de cosas.
Cada vez que me entregas en bandeja tus decepciones.
Lo peor de todo, es que no puedo culparte.
Porque si llegaste a comunicármelo, es porque lo sientes.
Y ante todo eso, ante esas dos palabras hay todo un mecanismo de razonalización en mi cabeza.
Un gran trabajo que me llevó dos segundos,.
Dos dolorosos segundos.

- Te extraño.

Y fué ahí donde me dí cuenta que había dejado de lado al mejor amigo que tengo,
que por nimiedades dejamos de hablarnos, de llamarnos, de conversar, de juntarnos, de abrazarnos, de confiar.
Y, ¿Puedes creer que todo esto sucedió en el plazo de una semana?
Claramente, no por nada eres mi mejor amigo.
Porque una semana sin ti, se me hace eterna.
Y un simple 'Te extraño' me hace culpable.
Culpable porque, hace una semana que no me he preocupado que regar la flor de nuestra amistad.
Culpable porque, de una forma u otra, ahora perdemos un par de días en volver a la normalidad.
¡Nunca más!
No quiero volver a perder tantos segundos de amistad que, por si te olvidó, son los segundos que más valoro del día.


¡Ah! Por si acaso,
yo también te extraño.

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